RADIO CONTROL

1.974 - MIS COMIENZOS EN EL MUNDO DEL RADIO CONTROL

Mis primeros pasos en el mundo del radio control, fueron un poco frustrantes, ya que en aquellas épocas (año 1.974), los precios de los equipos de RC, aparte de su elevado precio, no asequible a la mayoría de los bolsillos, se añadía la dificultad de encontrar los diversos materiales necesarios para la práctica del hobby, siendo la mayoría de los componentes de importación. Si querías cualquier artículo relacionado, o te gastabas una fortuna o alguien te lo traía de Andorra, que eran más asequibles.
Mención aparte merecen los clubs de radio control, escasos en aquellas épocas en todo el territorio Nacional, con lo que los pocos que lo practicaban, tenían que acudir, la mayoría de las veces, a campos improvisados en terrenos de labranza, en polígonos industriales que se empezaban a construir, praderas, etc.
Yo tuve la suerte de trabajar en una empresa, cuyos jefes, aparte de socios,  eran practicantes de aeromodelismo radiocontrolado. Ellos eran: Joaquin Carreras y Francisco Olivet, pioneros en nuestro país y buenos aeromodelistas. Por indicaciones de los mismos, construí una emisora de 4 canales para Joaquin, cuyo esquema estaba publicado en la famosa revista inglesa Radio Control Models & Electronics del año 1.973, saliendo el coste de la misma muchísimo más económica que una comercial, y de paso, adquiría unos conocimientos fundamentales para mi afición. También Joaquin Carreras me vendió a precio de ganga, un lote de motores diesel y glow, así como varios aviones y material de aeromodelismo por dejar Joaquin la afición. De esta manera, tuve un material muy valioso y a buen precio, factores decisivos para empezar a explorar este maravilloso mundo del radio control.
Pero me faltaba la clave principal necesaria para desarrollar el hobby: la emisora, receptor y servos. Este mismo año, siendo yo radioaficionado en la banda de 27 Mhz., conocí a un amigo, Mateo Bonafonte, cuyo hermano, que era piloto de líneas aéreas, había comprado en Estados Unidos una emisora Kraft de cuatro canales y se la dejaba. Decidimos compartir el material y empezamos juntos a volar aviones, o mejor, a romper aviones. Nos turnábamos la emisora y cada uno la usaba con sus aviónes. 
Recuerdo que los primeros intentos de levantar un avión, los hicimos en los terrenos de la  actual Zona Franca de Barcelona, que eran unas explanadas enormes y despejadas de obstáculos, de unos 500 x 300 metros. El primer avión que usamos, era un invento comprado a Joaquin Carreras, un modelo canard con motor de impulsión de 1,5cc. Se levantó del suelo, hizo un giro amplio a izquierdas, y a los 150m. aproximadamente, casi no veíamos el avión y de repente ¡zas! se estrella con la única excavadora aparcada al fondo del campo y se destruye el avión. Allí constaté las leyes de Murphy en carne viva. Volver a empezar.
Visto el éxito del primer vuelo, decidimos acercarnos a las instalaciones del Real Aeroclub Barcelona Sabadell, entonces situadas en el propio aeropuerto, en el lado opuesto de la torre de control. Allí se reunían los socios todos los Domingos para volar sus aviones. Renové el carnet del aeroclub, y allí me orientaron con la puesta en vuelo de una Aeronca de los años sesenta de mi amigo Mateo. 


Aeronca motor 3,5 cc.

Volaba muy bien y era muy dócil y lento, con solo tres canales (motor, profundidad y dirección). Esto ya era otra cosa; empezamos a aprender las bases del vuelo radiocontrolado con más seguridad.
A raíz de mi servicio militar, tuve que dejar el aeromodelismo  en el año 1.975 y lo reemprendí en el año 1.979, paseando con mi mujer y utros amigos por la carretera de las Aguas, vimos a dos personas que manejaban dos planeadores radiocontrolados, en la modalidad de vuelo de ladera. Me fascinó la idea de volar sólo con la ayuda del aire que subía desde la ciudad hacia la cima de la montaña del Tibidabo y que sostenía los planeadores horas y horas. Me dejaron probar un planeador, y mi gusanillo aeronáutico se volvió a activar de nuevo. A las pocas semanas, subía por la montaña con mi nuevo planeador, un Escuela de Modelhob, recién introducido al mercado por esta firma Española.


Escuela de Modelhob.

Monto el avión, compruebo mandos, y lo lanzo hacia la ladera; hace un arco horizontal a la izquierda, pasa a sotavento del promontorio y se estrella contra el suelo, rompiéndose en varios trozos. A las dos semanas, con el avión arreglado, vuelvo a la ladera de Collserola y allí habían 3 o 4 personas volando sus aviones; una de ellas era el entonces joven Cris Rombaut, actual campeón de España de acrobacia F3A, que me dió muy buenos consejos y me enseñó a aprovechar la ladera para sacarle el máximo rendimiento al planeador.
En esta época me hice socio del Aeri Popular de Catalunya, club multidisciplinario que tenía su sede en el Paseo de la Circunvalación, nº 1 de Barcelona, en el edificio que compartíamos con los Aviadores de la República (A.D.A.R.). Allí fui elegido vocal de aeromodelismo y organicé cursillos de aprendizaje de vuelo circular. En colaboración con Enrique Pallarés, aeromodelista consumado, se impartían clases de montaje de aviones en el taller del propio aeroclub y finalmente enseñaba a volar a los participantes en el cursillo. 
En este aeroclub, tuve la oportunidad de volar en planeador. El club adquirió un BLANIK biplaza que trasladamos al aeroclub de Alfés en Lérida, donde los Domingos que no había niebla hacíamos vuelos de prácticas con el planeador. El instructor era el propio Enrique Pallarés, que poseía el título C de vuelo a vela.

Blanik EC-CEE del Aeri Popular de Catalunya.

El autor, subiendo a la carlinga del Blanik.


Los Domingos que nos desplazabamos a Lérida para volar con el planeador, mientras estaba en vuelo el Blanik, yo aprovechaba para hacer volar algún avión de radiocontrol; planeadores con motor, acrobáticos, etc. Tenía un campo enorme, sin obstáculos. Solo cabía tener la precaución de que cuando aterrizaba el Blanik, el piloto me avisaba por radio y yo aterrizaba o me iba al otro extremo del campo, por seguridad.
Otro club al que pertenecí, fue el Gavi Club, que tenía la pista de vuelo provisional en la Zona Franca de Barcelona, cerca de la cabecera de pista del Aeropuerto del Prat, hasta que nos echaron por un incidente con un DC-9 de Iberia (un aeromodelo pasó por encima del DC-9 y casi nos meten en la cárcel a todos). A raíz de este incidente y después de buscar mucho, conseguimos un campo definitivo en Begues (Barcelona). Era un campo de labranza y el terreno era bastante irregular, pero como que los aviones eran mas bien grandes y había mucha afición, se volaba como se podía. En este club permanecí como socio unos 3 años y es donde me introduje en el mundo de los helicópteros, con un Ranger de Kavan con motor Webra .60.

Mi primer helicóptero, un Ranger de Kavan motor Webra 60 LS.

Después de darme de baja del Gavi Club, me apunté de nuevo al RACBSA, en sus instalaciones de Mollet (se habían clausurdo las actividades en el aeropuerto de Sabadell por riesgos de colisión con las avionetas), por una mayor proximidad a mi domicilio. Paralelamente, seguía yendo a volar a la ladera de Collserola, hasta el día que La Vanguardia publicó un artículo de nuestras actividades en dicha ladera con grandes fotografías que reflejaban la pasión que sentíamos por este tipo de vuelo, silencioso, sosegad, relajante... Desde este momento, la Carretera de Les Aigües se llenó de público que había leído el artículo y quería tener un planeador para practicar el vuelo de ladera. Debido a esta gran afluencia de nuevos aficionados y público que venía a curiosear, el Ayuntamiento cerró la carretera al paso de vehículos y obligó a los que practicaban a legalizar y formar un club llamado Club de Velers Collserola. En vistas a esta normativa que nos requería el ayuntamiento, y coincidiendo con un traslado de domicilio de mi familia de Barcelona a Sant Quirze del Vallés, dejé de acudir a la Carretera de Les Aigües.

Vuelo de ladera en la Carretera de Les Aigües (Collserola).

Durante un período de unos cinco años, abandoné el aeromodelismo por motivos de trabajo y falta de tiempo; en aquella época trabajaba como técnico de telecomunicaciones y viajaba por toda la península, lo que me dejaba poco tiempo para construir aviones y volar.
Hasta que un día paseando por el bosque entre Sant Quirze y Rubí, vi a unos aeromodelistas que volaban en un vertedero de escombros que habían aplanado su superfície para despegar y aterrizar sus aviones. Era el principio del ARC Sant Cugat en los terrenos actuales de Can Graells. Hablé con ellos y me dí a conocer y entre todos, me animaron a retomar mis actividades aeromodelísticas. Al poco tiempo, formé parte de la Junta Directiva, en calidad de vocal de medio ambiente y seguridad. Permanecí en este club aproximadamente 5 años.

Final de pista del club ARC.
Pista de vuelo del club ARC.
Instalaciones del club ARC.

Pero mis aspiraciones, en aquellos momentos, eran las de conseguir fundar mi propio aeroclub, cosa que conseguí en el año 2011. Con la ayuda de tres personas más que componían la Junta Directiva del club, adquiriendo las funciones de Tesorero, Secretario, Vicepresidente y yo mismo como Presidente, nació el Sant Quirze Model Club; asociación multidisciplinaria que engloba no solo el aeromodelismo, sino el modelismo náutico, automodelismo, slot, y maquetismo en general. Una de las razones de ser de nuestra asociación, es la de englobar a todos los aficionados existentes en esta población, para la enseñanza,difusión y práctica de las diferentes disciplinas que ofrece el club.
Para darnos a conocer, organizamos una exhibición en el Parc de les Morisques de Sant Quirze en el mes de Octubre de 2011, donde se presentó una muestra de nuestras actividades. 


Cartel de presentación del S.Q.M.C.
Logotipo del Sant Quirze Model Club












A finales del 2012, conseguimos nuestra meta: tener un campo de vuelo propio. Está situado en los terrenos de la masía de Can Vinyals, en las afueras del pueblo de Sant Quirze. La pista, de momento, es de tierra y hierba, con una longitud de 80 m. de longitud por 10 m. de ancho. Actualmente, las instalaciones del club no están activas y estamos a la espera de volver a reprender las actividades ajustándonos a las normativas actuales de seguridad.



Vista aérea del campo del SQMC.

Otra visual de la pista de vuelo.

Componentes del SQMC en la pista de vuelo.



Carlos Viñals





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